Para cuando abrió los ojos, se encontraba ya de
pie, andando sin sentido sobre la oscuridad inmerso en un estado de confusión y
de irrealidad, no sabía porque lo hacía, no sabía dónde estaba, solo andaba en silencio,
una extraña luz rodeaba su entorno como una especie de aurora pequeña, como la
de una farola, la cual, una pequeña mano situada justo frente a él la sostenía,
sin entender porque, caminaba tras ella sin sentido alguno Qué extraño ¿lugar?,
aun así seguía esa mano y esa luz, como atraído en una especie de canto de
sirena.
Bajó la cabeza y trato de mirar sus pies, se sorprendió
al ver que no caminaba, flotaba entre una densa neblina que lo cubría hasta sus
tobillos, pero el aun así no sentía nada, percibió un poco de miedo. Fue cuando
trato de hablar, sintió la necesidad de hacer preguntar, pero no lo logró,
trató de gritar, pero los balbuceos se perdieron en la insondable penumbra que
lo acompañaba, ¿su último recuerdo?, fue haber caído en un estado de
inconciencia causada por un fuerte dolor en su cabeza. Después de eso, despertó
frente a esa luz. ¡Esa luz, tan bonita, tan llamativa y delirante, una luz que
era guiada por… ¿una mano?, si una mano suspendida al aire en el cuerpo de
algo, una mano tan pálida como la luz de la luna, era ¡hipnotizante! No podía
si quiera detenerse para analizar lo que estaba sucediendo- << ¿Qué clase de sitio es este? ¿Dónde
me encuentro exactamente?>> se repetía en sus adentros. Simplemente
era inexplicable, no lograba entender la mítica luz a la cual el seguí, pendida
por la mano pálida, guiada por “alguien”, el cual no se veía ni si quiera una
silueta entre la penumbra. No significaba nada la escena que estaba presenciando,
no tenía nada que ver con algún sueño, tal vez alguna señal, o una predicción,
no lo identificó.
De pronto la luz se detuvo, y la mano que cargaba
aquella pequeña luz giró en redondo, dejando ver a una especie de hombre, el
desdichado que seguía la luz, trato de hacerle una pregunta a la cual el guía
le respondió entre ecos y voces lejanas…
-Haz muerto…
El estremecimiento se apodero de la mente de este
desdichado, que intento de cualquier manera emitir un chillido, una
exclamación. Todo fue inútil. La mano y la luz dieron vuelta y así sin más
siguieron caminado. Habían preguntas en la cabeza del desdichado, preguntas que
no encontraban una respuesta, mi vida, mi anhelada y preciada vida, ¿en qué
momento fue?, ¿valía la pena lo que hice? Ahora es tarde, ahora, ahora…, estoy
muerto, ¿será eso posible?, será realmente lo que esta sucediendo.
Tratando de detenerse –sin éxito-, paso de la
calma a la agonía, sentía que sus ojos se salían de su órbita, quería parar, no
quería llegar al destino fuese cual fuese, ¿qué le esperaba?, la luz y la
sombra lo rodeaban, tenía miedo, aun podía tener ese tipo de sensaciones. <<Aún lo siento >>, se
decía. De pronto, todo el panorama cambio, la oscuridad comenzó a tornarse
menos densa y empezó a ver con claridad. La mano que guiaba la luz, comenzaba a
tomar forma, una forma casi humana, lograba ver lo que parecía ser un abrigo
enorme, de color café, y a lo que parecía ser un hombre, y se dijo hombre
porque los dos pies, las manos, el torso y la cabeza poseían una forma
asimétrica, pero muy parecida a la de los hombres que habitaban las tierras del
Palmiaq.
-Hemos, llegado, eh aquí tu destino, observad las
puertas de Birmón….
La voz se escuchaba aún más lejana. La exclamación
de palabras fue inútil, sumamente inútil. Por lo cual no desgasto tiempo en
proferirlas. Mas sin embargo no hacían falta, el paisaje en el que se situaba
hablaba por sí solo, las puertas eran enormes con una gran extensión,
estructuradas sobre pilares que parecían tener la forma de gigantes fuertes con
cabezas de “seres desconocidos” e inscripciones ilegibles, el cielo que lo cubría
era de una naranja sombrío, como el de un atardecer en la tormenta. Claro,
silencioso, sombrío, tétrico.
-Eh aquí tu destino, tus preguntas están al
entrar, encontraras todo lo que has buscado y las respuestas a tus preguntas. Este
sitio va más allá de las barreras de lo prohibido y de lo permitido. Encuentra
tu camino.
La silueta permanecía parada frente al
desdichado, que asustado cual niño, se quedó inmóvil, ante semejantes palabras,
ante semejante situación.
No lograba comprender todo lo que había
escuchado, pero en su mente las palabras, “encontrar respuestas” resonaban como
mil relámpagos.
Con inquietud y aun dudoso acepto entrar al
abismal encuentro con la verdad, sin saber si volvería a ver la luz pacifica que
durante sus días de conciencia jamás aprecio. Una voz gutural a su espalda murmuró.
-Esto va más allá de lo que crees y consideras “real”.
Buena suerte.
La voz se desvaneció, quedando solo en un
completo silencio. El desdichado, trato de dar la vuelta para comprender si se
había quedado solo o alguien seguía ahí con él.
Al dar la vuelta sus ojos se abrieron como platos
al ver las semejantes imágenes que estaba presenciando. Aquel ser que lo
guiaba, se iba transformando mientras caminaba de regreso. La forma humana se
estaba desvaneciendo, y lo que parecían ser sus manos, piernas y torso fueron
tomando un forma increíblemente horrenda, terrorífica, esa era la palabra. Terrorífica.
Mientras avanza el guía rompía su vestimenta con unas garras horribles, <<A qué clase de lugar me trajiste>>
se decía, pero ya nada podía hacer.
Asustado, presenciaba una transformación a la
cual jamás había creído ni en sus pesadillas más profundas. Ahora ese ser
horrendo se dio vuelta y con esos veinte ojos lo miraba, sabía que lo miraba,
lo percibía, sentía el ansía de huir, pero no podía. Ese ser como de veinte
ojos, con una boca gigante circular con cientos de dientes afilados y podridos
babeantes, con esa protuberancia en el estómago que asemejaba ser una cabeza,
estaba frente a él con sus cuatro manos y sus seis pies, alargado como una
oruga, pero sin duda mucho más espeluznante. Sus seis manos se alzaron y lo
señalaron, la protuberancia que tenía en el estómago comenzó a moverse de
manera asquerosa, fue subiendo lentamente por el estómago, hasta llegar a la
garganta de la bestia, y, en una clase de vomito enfermizo, aquel ser oscuro lo
escupió como si fuera alimento, no era una protuberancia, parecía ser…, si,
parecía ser una persona.
Esta se quedó tirado en el suelo, mientras el
desdichado permaneció con la boca abierta, sin exclamar nada, vio, como ante
sus ojos ese vómito, se fue incorporando con movimientos lentos y torpes hasta
poder ponerse, tambaleante de pie.
Cuando quedo totalmente arriba, el desdichado se llevó
las manos a la boca, con una mueca agonizante, e incrédula vio, lo que ante sus
ojos era un doble, si, una réplica exacta de él, esas manos, esos ojos, esa
boca. No lo podía creer, era, era tan grotesco lo que veía. Aquel ser impostor
le sonrió con una mueca burlona, guiñándole el ojo. Acto seguido, dio, media
vuelta y quedo de pie frente al guía, que ahora permanecía quieto, con sus
veinte ojos y sus cientos de dientes afilados. La bestia horrenda comenzó a
avanzar lentamente y el ser impostor, artífice del mal, lo siguió.
Se perdieron entre las penumbra, pero ahora ya no
había luz, ninguna luz silencio y calma nada más.
El ser desdichado quedó encerrado, o libre, la
manera era indiferente, las cosas no volverían a ser igual, alguien usurparía su
lugar, alguien sin duda que nació de las entrañas de la monstruosidad. Y, así
quedo este desdichado agonizante en la oscuridad infinita, del otro lado de
algo más allá de lo desconocido. Así, por la eternidad…