miércoles, 27 de septiembre de 2017

Nuctater (2/2)

Jezz sintió miedo, esa sensación que se logra sentir hasta la medula de los huesos, su mente relampagueó y su corazón dio tumbos como los de un tambor, trato de imaginarse en otro momento más tranquilo y luego para que su mente no jugara con él, trato de cambiar el todo el contexto de ese aterrador momento.

-Hermano, que haces ahí, pensé que no te ibas a mover, eres una piedra cuando duermes, ¿lo sabes? -Esas palabras lo tranquilizaron un poco, al mismo tiempo que terminaba de decir eso, descendió el último escalón, cuando volvió a alzar el rostro, "aquella sombra" había desaparecido en su totalidad. Jezz se acercó un poco más al ángulo que daba la visión directa de la entrada de su habitación y logro percibir que en la entrada de su cuarto la puerta estaba entre abierta, puso uno de sus pies de puntas y alcanzó observar un pequeño destello de luz de aquella luna sombría.

<<Mira que pararse y quedarse como estatua mirando a uno, no es normal>>.

Avanzo con sus mismos pasos torpes, entro la cocina, busco el interruptor y encendió la luz de la cocina. Para su fortuna fue uno de los únicos focos y apagadores que no se habían estropeado.

El agua comenzó a descender como una cascada libre a través del vaso de cristal. Las gotas del vaso se deslizaban por su garganta como una sensación de alivio delirante.

Jezz emprendió su ascenso a su cuarto, no sin antes haber apagado el interruptor de la cocina para apagar el foco. El ascenso fue más fácil que el descenso, su vista se había acostumbrado ya un poco más a la obscuridad.

Al tratar de entrar al cuarto, la puerta ya estaba cerrara en su totalidad, antes de entrar se detuvo a recordar que cuando el bajo las escaleras, la puerta estaba abierta <<vaya, que raro>>. Cuando entro a su cuarto. Vio el montículo que formaba las cobijas sobre el cuerpo de su hermano.

Se quedó de pie por tal vez dos minutos, contemplando algo raro, no sabía que era, pero el panorama era extraño, el silencio se hizo más que presente y un olor a humedad albergó el cuarto inundándolo con el dominante aroma de la desesperación. Camino hacia la cama para sentarse y acostarse una vez más.

-Sii me hubieras dicho que no ibas a estar dormido del todo te hubiera jodido menos para, que levantaras tus pesados pies y te movieras de lugar, estas muy ancho. – Jezz se expresó de manera confusa y casi mareada.

Al mismo tiempo que se acostaba, noto que el bulto del cuerpo de su hermano se veía más grande de lo que el recordaba. Jezz se dio media vuelta y  al tratar de moverlo, se dio cuenta de que pesaba más que unos minutos antes...

-Hermano, ¿estás bien? - Pregunto un poco temeroso.
-Claro, estoy bien, ¿porque?

El sobresalto y la impresión que se llevo fue muy grande al darse cuenta que la voz venía de la entrada de la habitación.

Su hermano estaba parado en la entrada de la puerta, inmóvil y con su short de color gris, traía un vaso de agua en la mano y en la otra algo que parecía un mazo.

-Si hermano, estoy bien… ¿Y tú? – El terror domino por completo a Jezz, cuando se dio cuenta que había una tercera voz que venía de aquel bulto acostado a su lado. El miedo lo inundo y profundizo en sus más profundos temores, en sus más terribles pensamientos, el cuerpo desfalleció y sus manos temblaron con la pesadez de un frio invernal.

 Jezz se volvió lentamente para corroborar que en efecto, había una tercera voz ahí, estaba a su lado, no era la de su hermano. Su hermano se mantenía de pie en la entrada, pero no alcanzaba a ver su rostro, solo la mitad del cuerpo, seguía, inherte, inmovil.

Un traqueteo de dientes se escuchó en la cama, murmullos abrazaron el temor de Jezz que crecía y crecía, conforme se daba cuenta de que lo que estaba a lado de él era alguna clase de ser infernal que permanecía muy quieto. Jezz giro sobre si mismo, con temor, con una sensación helada, de suspenso e intriga, quería ver lo que realmente estaba a lado de él. Cuidadosamente, alzo un poco  las cobijas para completar su curiosidad.


Jamás vio, algo tan horrible en su vida, algo que en las películas de terror asusta a los niños y daba pesadillas a los adultos, algo que en su vida jamás pudo creer ver, postrado a su lado, esos ojos rojos lo devoraron, esos ojos, eran la visión de la muerte, la visión del miedo más profundo de un ser humano, esos ojos rojos, ojos rojos, ojos rojos como la sangre...


martes, 26 de septiembre de 2017

Nuctater (1/2)


                                               
Y las luces palidecían, como si perdieran fuerza conforme pasaban las horas en la madrugada, el reloj cantaba al son de las manecillas, al ritmo de la noche, aquellos cuadros sin vida se postraban en la pared cerca de la entrada del cuarto. Cuando alzó el rostro, no había más que silencio absoluto y las pequeñas sombras de los muebles se mantenían reflejadas en el suelo por el brillo del astro nocturno que habitaban en aquel reinado silencioso y porque no, tenebroso.

Logro incorporarse de la cama y vio a su hermano a lado de él, sumido en un sueño tan profundo, tan intenso, que ni siquiera hubo movimiento alguno, ni un solo dedo cambio de posición, cuando Jeez movió su pie y noto que estaba adormecido por el peso del pie de su hermano postrado sobre los suyos.

-Carajo, que te muevas, hazte para allá. - Le repitió a su hermano con voz enojada pero con cierto volumen de voz, para que este pudiera notar que era hora de moverse, pero no hubo respuesta por parte de su hermano que seguía en un sueño tan alejado de la realidad.

En aquellas noches de insomnio, la amiga sed siempre encabezaba la carrera y atacaba la garganta débil de Jezz. Inmediatamente se levantó, con cierto esfuerzo, recuperándose del adormecimiento de su pie. Se recargó sobre un buro que estaba a lado de su cama y  volteo a ver a su al rededor, vio el poster de rock, aquella figura de acción de screeam que le había regalado su novia en su cumpleaños pasado, aquellos muñecos en la repisa y su colección de libro en la estantería. Alcanzaba a distinguir el reloj verde en forma de casa que había en la entrada de su habitación, pero la obscuridad le jugaba cruelmente pues a esa distancia no alcanzaba a distinguir perfectamente la hora.

Jezz suspiro y anduvo vacilante hacia la entrada de su habitación, no sin tropezarse con sus propios zapatos de trabajo que no había recogido horas antes al llegar del mismo. Entre la obscuridad busco las sandalias, que por desgracia su hermano siempre que usaba las dejaba abandonadas en cualquier lugar.

<<Carajo, no puede ser, donde están>>, comenzó buscando entre el suelo donde siempre las dejaba y al no encontrarlas, se agacho y comenzó a revisar a tientas a las orillas debajo de la cama, al no sentirlas busco bajo el escritorio, pero sin obtener éxito, el frio arrasaba el suelo, nunca lo había sentido tan helado. No puso atención, su importancia era encontrar sus sandalias, pero fracaso en su intento por localizarlas, << ya verás hermano, deja que te despierte>>.

Totalmente descalzo comenzó a caminar por el helado suelo, anduvo y al fin alcanzo a ver el reloj, “3:00 Am “<<no importa, mañana me levanto tarde>> pensó irónicamente, abrió la puerta del dormitorio. Silencio absoluto, obscuridad abundante e inquietante.

Recordó aquellas historias y películas de terror en donde muchas veces sus huesos crujían como bolsas de papel por los nervios que reposaban sobre sus hombros tensos, hecho una mirada hacia afuera, miro a un lado, y lentamente volvió a mirar al contrario, silencio, silencio y calma. A tientas buscaba el interruptor de la luz, algo en la obscuridad lo ponía tenso como el resorte de un juguete. Para su desgracia los apagadores de su casa estaban averiados por aquella descarga que hubo al conectar un calentador de agua a la luz, muchos de los apagadores se quedaron quemados, y al día siguiente irían a repararlos, por el momento, averiados. No realizo el intento por tocar más, así que anduvo a ciegas.

Tomo los pasamanos de la escalera y comenzó a descender lentamente por ella, paso a paso. Aún tenía la vista nublada  por el sueño y el cansancio, pero aun así su vista no se lograba a acostumbrar del todo a la obscuridad.

Anduvo a tientas. Pero su caminar se vio interrumpido, con un movimiento lento y cauteloso giro en redondo. Un pequeño rechinido se escuchó en la parte superior de la habitación de Jezz.


A punto de bajar el último peldaño dela escalera en "L" de su casa. Alzo el rostro y como si fuera un respingo  normal, soltó un pequeño sobresalto al ver la silueta parada en la entrada de su habitación, a pesar de que la obscuridad rodeaba casi toda la casa. Alcanzo a distinguir a una "sombra". Estaba de pie, inmóvil, inherte no lo veía, pero podía sentir que "aquella sombra" lo miraba, profundamente, una mirada fija y sin expresión...





lunes, 25 de septiembre de 2017

El beso que nunca te dí



Y era como un reflejo inconsciente que nacía de mi corazón. La veía sentada, lo recuerdo bien, junto al sol, sonreía y alzaba el rostro,  a través de mis ventana la admiraba, una diosa, una mujer que se elevaba como volando por el mar, no existían penas, ni risas tontas, la crueldad y la tristeza eran solo mitos, no en aquel momento, en aquel momento me inspiraba dulzura, tenía ganas de besarte, de besarte, de sostenerte a mi cuerpo, nació la idea de ir a sentarme a tu lado, quedarme  contigo, el brillo del día me orillaba a tener un instinto único.

Debía de acercarme un poco, solo un poco, lo suficiente para tener tu esencia para atrapar tu perfume, sin darme cuenta te encontré en el camino, estabas frente a mí, me saludaste,  sonreíste y tus mejillas se agrandaron, quería besarte mientras me hablabas, había algo en tus gestos, tu mirada me hacía sentir vivo, un juego infinito que corría por mis líneas, que helaba mis venas, apasionadamente te tome entre mi brazos, te miraba, sonreíamos. Sentía tu suavidad en mi piel, realmente te veías hermosa sobre aquella luz amarillenta que nos cubría, poco  a poco, aquella luz fue desapareciendo y me perdí en el mar de tus labios, mis pies temblaban, y sentí que todo se desvanecía, no t había vuelto a mirar de aquella forma como te mire  en aquel momento. Tu beso estaba clavado en mi mente, a bordo de mis labios,  impidiéndome salir de la locura que me provocaba tu boca.....

Aquella gota surco mi frente un poco llana, un poco vaga, algo lejana de mí, una vez más me senté, incorporándome como otras veces, deseando que aquello hubiera sido cierto, reposando mis codos sobre mis piernas cubriendo mi rostro, recordando algo que nunca  hice, recordando aquel beso que nunca te di, un beso que no podre dárselo a nadie más a nadie que no tenga los mismos labios, la misma boca, sé que todos serán diferentes, un beso que se perdió en el aire, que no se quedó conmigo, un beso que se fue  a no sé dónde, un beso que nunca salió, solo lo recuerdo como si fuera un regalo, como sea aún tengo la sensación de haberte besado.


Este, el beso que nunca te di, puedo decir que no lo extrañaras, de eso estoy seguro.......


País de Sombras

El sonido surgió como la tintineante campana de una iglesia, sórdida, seca y profunda, pesada como un costal de huesos, un sonido desorbitante y perturbarte en un momento en el que aquel reloj de madera opaca marcaba diez para las tres de la madrugada. Las luces caían pálidamente en nuestros rostros, ojos destellantes y burbujas tintineantes, siempre el destello de aquella luz observaba cada uno de los rincones de aquel lugar como efectuando una revisión inesperada.
Nadie dijo nada, el silencio reino, las voces se esfumaron junto con las sonrisas de aquel, que fue un momento irónico y de palabras estremecedoras, ahogadas en nuestras gargantas, en nuestros pensamientos confundidos. Fue nuestro sobresalto, pues precisamente en aquel momento estábamos contando historias sobre él.

Al fin, después de unos segundos de largo silencio, el sórdido sonido de sus articulaciones se escucharon al levantarse de aquel sofá en donde estábamos todos. Quejándose en su mirada por el cansancio al caminar, mismos sonidos secos, asaltaron con fuerte golpe a mi espina dorsal y no dudo que los demás tuviéramos la misma sensación. Con temor y en silencio  avanzo por el pasillo, ante las miradas radicales de todos nosotros, puestas en él.

-Quien será a esta hora... –Volteó, como preguntándonos a todos.

Nadie respondió nada. Las siluetas seguían dibujándose entre las pisadas, entre cada latido, entre cada suspiro. Una lanza de confusión reinó en el lugar. Ya a lo lejos se veía. Ya casi llegaba. Pero tenía miedo, se notaba en sus expresiones pálidas, tal vez sentía nervios y miedo, ¿porque no? de exclamar alguna pregunta, pero lo hizo, con voz tambaleante y entrecortada.

-¿Qu…quiien es? ¿Que desea?

El viento le respondió con otro sonido espeluznante de ira en invierno. Sonido lúgubre... como cuando  las hojas ruedan por el suelo, secas y abandonadas, sin sentido. Sentí miedo.

Silencio total. Silencio total…

-¡Quien es! ¡Eh dichoooo! –Se volvió hacia nosotros con una mirada confusa y pensativa…

¡La puerta se abrió de un golpe endemoniado! Con fuerza desmedida, un ejército de rencor se abalanzo sobre aquella puerta desquebrajada por el paso de los años, tan pesado y ligero a la vez. La fuerza del señor viento entro con toda su majestuosidad haciéndose notar entre todos los presentes. No lo podía creer. La silueta se congelo en la entrada de la puerta, en señal de autoridad, en sinónimo de reclamar algo que le pertenecía. ¡Oh dios, su expresión inerte!, sin gesto alguno, frio, como un cadáver. Eso, eso fue lo que más me atemorizó.

A lo lejos, a lo lejos ¡lo alcanzó a ver! Estaba postrado en un árbol descansado, con su mano larga y sin vida al aire, postrado como si fumara un cigarrillo. No era el rojo del cigarrillo lo que brillaba  entre esa obscuridad eterna, llena de furia, no, era su mirada. Ojos de fuego, incandescentes, transparentes, hipnóticos !Brillaban!, si !Brillaban! Era eso que lo miraba quitamente, como una bestia a punto de cazar. A punto de abalanzarse sin piedad. Estaba ahí...

-¿Que sucede? Responde por favor -Se escuchó a lo lejos. Una voz de entre todos nosotros trato de sacar de trance a todos los que estábamos estupefactos ante semejante imagen de aturdimiento e interrogante.

-¡Responde!...

Pero no hubo respuesta. Todo en calma, hubo silencio, demasiado silencio, y ¿saben algo? era aterrador.  Ya nada fue lo mismo. Hubo miradas con interrogantes, miradas confusas, todas se postraban ante el, inerte e indefenso, parado en la puerta, quieto, en calma, en paz, el viento seguía soplando como si con ella se llevara la paz entre sus alargados suspiros. Nadie mas vio lo que paso, solo vimos como la puesta con un chirrido horrible se fue cerrando poco a poco. Dejando así dentro de la casa un puñado de ojos con olor a putrefacción y humedad.

En cuanto la puerta dio el último chirrido, se cerró de pronto, mi amigo cayó al suelo como si un rayo lo hubiera fulminado y apagado al instante.


Lo peor de todo es que a partir de ese día el no volvió a ser el mismo desde aquella noche, no. No volvió a ser el mismo. Algo en él había muerto…



La vida de las letras

Y me di cuenta de que solo quería escribir, palabras que el día de mañana pudiera leer sin pena tal vez sin rencor o el famoso odio, solo palabras, algo que iba mas allá de mis pensamientos, de mis ideas.

Me había enamorado de ellas. Si de las letras idóneas, aquellas voces que daban cantos liricos, son reales, se encuentran en el aire, se plasman y tienen vida propia, lo que el viento se lleva son las ideas, por eso me enamore de las palabras, del universo, de su vida. Por primera vez mis labios no tuvieron un movimiento enérgico para expresar mis ideas. La gente ya no da la importancia a las palabras, las deja a en cajones olorosos y obscuros, en  mochilas húmedas y en camas roídas. No degustan de la esencia de ellas, su espíritu se hace pequeño, no desnudan las palabras para descubrir su forma mágica, no descubren el efecto que pueden tener en una persona de siempre encontrar el punto idóneo para tocar la mente y el corazón de una persona, y así arraigar la desolación y la amargura. Ya nadie ama las palabras, no le dan la importancia necesaria.

Por eso me di cuenta de que quería escribir, palabras inmortales, palabras alucinantes y adictivas, palabras para la soledad, palabras para mi alma….