¡Esperadme allá! ¡Yo iré
a encontrarte en la profundidad de los cielos!
Ella permanecía dormida,
era un ángel para el mundo, para el cielo y la esperanza.
Fue un acontecimiento
terrible. Una doncella hermosa, bella y de carisma insuperable. Y él un
apasionado humilde y entregado a su sueño, la música.
Tocaba el piano con gran entusiasmo
y dedicación y en sus dedos se resbalaba la sabiduría de las notas más
armoniosas. Ella lo escuchaba, y en sus oídos el arte permanecía como un rayo
esperanzador. Como un feroz tigre a cada resonar de aquel piano decorado con
piedras egipcias, producía una exquisita música, una amada y salvaje música, a
la cual la joven doncella de belleza lunar escuchaba todas las noches a la
misma hora, en su cama, recostada, con el pecho mirando al cielo y sus piernas,
sedosas como las telas babilónicas, ¡Vaya! El adoraba como sus piernas largas
jugaban en el aire como joyas en nuevas tierras.
Fue una tormenta cuando
la música se apagó y en lugar de ella fue cambiando de forma. Sonidos de ángeles
caídos comenzaron a emanar de los dedos de aquel enamorado natural, tocar,
tocar, tocar, era la alegría de muchos. Pero era el destino maldito de este
músico abandonado el que la música no llegara a su corazón como eran en los
días más brillantes. El corazón se encontraba ya en las manos de su amada, en
sus paredes de madera, latiendo con la agilidad de los pies de una bailarina.
Pero él era humilde y no
podía hacer nada. Lloraba en su soledad mientras recordaba los ayeres y las
tardes fantasmagóricas en los que las luces de su bien y poca adornada casa, les
regalaban a sus sentidos. Lo tenía todo en mente y era maravilloso. Esperaban
ansiosamente a que llegara la noche para bailar con las estrellas. Y el sin fin de notas comenzaba su andar como
una locomotora que no paraba hasta las altas horas de la madrugada. Con un Tic cerraba
el hermoso concierto con su único público, el corazón y los sentidos de su
amada, ellos sonreían, hacían el amor cada noche. ¡Enteramente maravilloso!
Y era este un hombre entregado,
y era ella una doncella extraordinaria. ¿Cómo puede ser que la vida les haya
pagado con ese destino? Aislado de la gente y de la vida. Sentado en un rincón,
mirando sus manos por horas, misma víctima de su pasión. ¡Oh! Dios, no sabes lo
que me has hecho ¿Por qué? ¿Porque me la has arrebatado cuando más felices éramos?
Eres un atentado contra estos sentimientos. Yo tan devoto y fiel que fui para
ti, vengo a sentir en mis ojos la lejanía de los paso de mi amada, de el único
amor que en mi vida comprendió el significado de mis sueños.
Pero no hubo respuesta. Y
es que en verdad se amaban, todos lo veían y eran la perfección. Un poeta muere
cuando su musa desaparece, un músico pierde el deseo de producir vida cuando la
inspiración abandona su corazón.
Ya habían pasado los
meses y al corazón de este hombre, se habían alejado ya los sensatos suspiros y
como las hojas de los árboles en otoño sus lágrimas caían de su rostro.
Decidido a buscar a su amor hasta la eternidad. Fue en busca de su gemela,
hasta la misma muerte retaría con tal de volverla a ver por un solo segundo.
Y así, emprendió su
búsqueda. Llego a su lado, en donde se encontraba, aquel lugar solitario, lo
logro, arrastro su música hacia ella y en la oscuridad de la noche grito:
-Mi amor, mi hermosa,
doncella, tu perfume de flores fragantes llega a mi como las olas en la
tormenta. Eh venido a buscarte, no me iré jamás de tu lado. Si eh de morir
ahora y el misericordioso cielo, reclama mi vida, yo se la entrego. Si la
locura me ha de dominar, que lo haga, es la forma más elevada que podre tener
desde tu partida. Mírame, aquí estoy. Por siempre para ti. Por siempre en la
eternidad. Por siempre tuyo.
Y cuando hubieron pasado
muchos minutos de silencio, el viento se levantó con toda audacia y rodeo el cuerpo
de este miserable enamorado ahogado por la pena. Lo rodeo y en él, la frescura
de los besos de su amada penetraron hasta lo más profundo de su corazón. Y el
lloro, lloro como un niño, bendecido por la dicha de sentir a su doncella, la más
bella. Soñaba despierto y visualizo los
pies de ella tan claros como el claro de la laguna del “Edios”, jugando
en el aire como solía hacerlo cuando el, la deleitaba y la excitaba con sus armonías.
Entretanto él sonreía y
miraba al cielo, perdido en la magia del viento. Era de excesiva belleza. Y su
vida cambio, visualizo a su amada, era hermosa, llevaba el mismo vestido de
aquel día que partió, el color más llamativo a sus pupilas, rojo rubí era la
luz. Ella le toco la mejilla y la vigila nocturna fue testigo del beso entre
dos eternos enamorados. Las almas en el paraíso, por siempre, en la eternidad.
Y este era el hombre
apasionado, y ella la doncella enamorada. Eran la vida misma.
Fue al amanecer que el
cuerpo del pianista fue encontrado, sentado muerto en la lápida de su amada.
Permanecía sentado, con su traje de gala, con guantes blancos y lo más extraño
ante los presentes, con una sonrisa en su rostro y los ojos cerrados…