domingo, 8 de octubre de 2017

La leyenda de Sheolojaly y Deneb (2/3)

Cuando Deneb apareció en la sala principal, Sheolojaly quedo inmovilizado, ante la majestuosa belleza de la hija del rey Dragón, el habla era solo un recuerdo, el balbuceo parecía ser su única forma de comunicación, la admiraba, la admiraba de verdad, jamás recordó ver algo tan bello y tan hermoso como aquella imagen tan sofisticada y pura que aparecía ante el. Ella era tan delicada cual sonrisa sincera con un piel tan clara como la de leche. Deneb Sonrió, y en ese momento Sheolojaly quedo petrificado.

Una vez iniciada la petición del rey, Ambos se adentraron a las profundidades de la galaxia, iban de planeta en planeta conociendo los lugares místicos y los lugares más hermosos que jamás alguien haya visto jamás. Durante días Sheolojaly esperaba ansiosamente volver a ver a Deneb, nadie lo notaba ni si quiera el mismo Sheolojaly, pero él se iba enamorando de ella. Cuando la miraba, cuando sonreía, una parte de su cuerpo se estremecía, y sentía  que su corazón le latía, el corazón le iba a brotar sentía que moría por ella.

Del otro lado de la constelación 3:5. Vivía un ser oscuro y maligno llamado Toll Dubh, que vigilaba constantemente el reino en espera del menor descuido para reclamar justicia con el rey, durante sus constantes acosos al reino, logró visualizar como cada día una joven hermosa y Sheolojaly abandonaban el reino para conocer nuevos lugares, así pues un día decidido, animado por su propia curiosidad Toll decidió seguirlos, una sospecha muy constante le decía que aquella hermosa mujer era algo cercano al rey ya que ella estaba bajo la protección del mago más poderoso conocido hasta ahora. Eso lo hizo sonreír pues al fin sabía que hacer, lo sabía si, tenía algo preparado para ellos.

-Sabrás lo que es el dolor Alwaid, lo sabrás, no puedo vencerte dentro de tus dominios, pero puedo vencerte en lo que más te pueda doler, solo es cuestión de esperar.

Pasaron los años, las visitas eran más constantes al igual que las risas, las pláticas, su amor. Sheolojaly no pudo soportar la opresión del sentimiento en su pecho y decidió expresar todos sus sentimientos a Deneb.

-Princesa, se que usted no está acostumbrada a este tipo de cosas, sé que yo solo soy un…, no soy nadie en esta vida, pero, no, puedo dejar de admirarla, no... -se detenía con nerviosismo, con palabras entrecortadas y torpes pausas con decidía.

-No tienes que decirlo, creo que sé que es lo que piensas y quiero decirte antes que todo. Yo me eh enamorado de ti, es difícil explicarlo, ya que no soy buena con las palabras..., pero tengo este sentimiento atrapado en mi corazón, logro sentir algo que no había imaginado antes, algo que jamás había sentido. -Sheolojaly sintió que el corazón se le iba a salir de su cuerpo, su mente comenzó a dar vueltas, se sentía mareado pero feliz, inmensamente feliz.

-Princesa...


Y antes de que pudiera terminar la frase, Deneb tomo la mejilla de Sheolojaly, ¡vaya su mano era tan cálida!, se acercó despacio a él, la mirada fija era una puerta a otro mundo, algo tan cristalino, calor de vida, sueño de amor. Ella le dio el beso más dulce, el más dulce que jamás volvería a sentir en su existencia. El beso más cálido de su vida, el primer y último beso. Ambos, en aquel momento en el que no existía el tiempo, jamás se imaginaron que ella moriría en ese instante y cuando Sheolojaly se dio cuenta, Deneb yacía en sus brazos, ya sin vida, ya sin fuerza.


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