La mano que guiaba tranquilamente el deseo, desapareció
entre los rayos de la tormenta, y el gran señor se levantó de su ostentoso trono de brillantes soles que aprisiona el poder de su reino al aire libre, hace creer que el dragón
surca el cielo para llegar a un mundo apacible, sus brazos se alzan, los
cristales se rompen, cristales que caen hacia sus ojos.
La señora ha perdido la postura y rompe en llanto,
pelea por seguir en el camino mientras su hijo desenvaina la espada y maldice a
su sol, todos se levantan ante el asombro del valiente diamante soñador que
respira la gloria en su lecho y viaja hacia allá, donde no existen los jardines
y la belleza desaparece, donde todo puede ser negro y rojo.
Es algo hipnotizante, dice el vagabundo que avanza y
se alinea ante la caída de las luces, está llorando porque ahora los demás lo
ven, los tiempos cambian y el poder mas fuerte esta en el corazón de nuestro
universo infinito, en el universo de aquellas voces que gritan “Mírame vivir”.
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