Las palabras cayeron a mis oídos como poderosos
truenos y relámpagos, cargados de intriga y tentación, a pesar de que estaba
ante una situación extremadamente extraña, y ante la silueta de alguien a quien
yo había o creía conocer, no sentí miedo, al contrario, una paz abordo mi
corazón y mis pies permanecían plantados en el suelo relajado, mis manos, no se
habían entorpecido, y yo, yo miraba directamente hacia “el” a la altura de lo
que yo creía, estaban sus ojos.
-¿Eres tú? –Le dije tranquilamente y sin
titubeos.
-¿Yo?, y ¿quién crees que soy yo? –Permaneció
quieto, no movió ni un milímetro de su cuerpo, las manos estaban a unos
centímetros despegados de su torso, sus pies, parecían dos robles, viéndolo más
detenidamente, me resulto que era extremadamente grande, más de dos metros de
altura y muy corpulento.
-Te eh soñado, tienes que ser tú.
-Gritaste mi nombre en múltiples ocasiones, me
has hablado inconscientemente, eh notado tu frustración. Bien, hazlo ¿Qué
deseas?
-Por qué te has tomado la molestia de aparecer de
esta manera.
El silencio reino durante unos pocos segundos,
segundos que me resultaron una eternidad, ninguno de los dos movimos un solo
musculo, el me miraba, yo lo sabía, y yo hacía lo mismo, mi corazón cabalgaba
lentamente en mi pecho, yo procuraba mantener en perfecta armonía con mi
respiración, pero el silencio, ¡el silencio me estaba matando!, creo que iba a
continuar la conversación yo, pero recordé que alguien me dijo un día, que
después de una pregunta y un silencio prolongado, el que habla primero pierde.
Pero ahora era diferente, no sabía que pasaría, ¿estaría seguro?
-Es un buen consejo. Tu capacidad para razonar la
situación sin hacer algo incorrecto es de admirarse. Necesito a gente como tú,
por eso estoy aquí. –Me interrumpió asombrosamente.
Mis pensamientos fueron sorprendidos como tropas
en una guerra fugaz, “El” no podía perder, ¿quién era yo?, mis huesos se intensificaron
y se situaron como el hierro, di un trago de saliva que carraspeo mi garganta
seca, haciéndome respirar un poco más fuerte, al hacer esto, pude escuchar
perfectamente como entraba el aire por mis pulmones.
-En verdad sentía frustración. –Corte el
silencio.
-Logro sentirla en estos instantes, piensas que
has caído en el agujero más grande de tu vida, odiaste a la vida misma, los
placeres que te rodeaban los vistes insignificantes, siempre queriendo más y más,
sin saber cuándo detenerte, consiguiendo lo que tus sueños querían. Aún no
pierdes nada, ¿Por qué lo has hecho?
Me quede sin palabras, sentía las bofetadas de
sus crueles palabras tan calientes como el sol de verano a medio día, me ardían
los pies y mi rostro realizó una mueca de desagrado.
No dije ni una sola palabra, pues en sus palabras
encontraba la mentira, la mentira más desencajada, pero que a la vez, me hacía
pensar que decía la verdad, más el caso es que, a pesar del tiempo que llevaba
de bloqueo mental, jamás pensé semejante idea, era muy poco tiempo como para
que esas ideas penetraran en mi mente, no encontraba lógica y coherencia, tarde
o temprano iba a superar la crisis, a mi parecer no resultaba tan malo. Eran
solo cinco meses, ¡maldita sea! ¡Cinco meses!, mis dedos temblaban, pues el
tono usado era de absoluta firmeza y revelación, comencé a dudar ¿en verdad
había dicho eso?, a lo lejos escuche un murmullo…
-Si lo hiciste…
¿Lo hice de verdad? ¿En qué momento? ¡Mentiras
estúpidas!, ¡Mentiras huecas, banales!, yo jamás pensaría algo así, mantenía
una vida increíble, una vida llena de cariño, amor y comprensión, si en algún
momento esas ideas llegaron a pasar por mi mente, fueron solo producto de un
largo cansancio, tal vez frustración, pero no de completa desesperación,. Aun
así, sus palabras resultaban tan sinceras, ¿Por qué estaba dudando? ¡Era una
mentira!, pero ambos sabíamos que una mentira repetida muchas veces terminaba
por convertirse en verdad. Comencé a creerle, mis pies temblaron y mi
respiración comenzó a prolongarse en largas aspiraciones de aire horrido, tal
vez si tenía razón, ¿Por qué dudaría del?, tal vez el mismo efecto resulta
tener la relación entre un vendedor y su cliente, donde el te crea la necesidad
de comprar algo que no necesitas, el sembró la duda en mi cabeza y mi seguridad
había flaqueado, ahora lo sabía, me encontraba en sus manos.
-No creí que, que fuera de esa manera, ¿Por qué?
–Miraba al suelo, con una mirada extraviada, sumida en mi propia inconsciencia,
no podía alzar el rostro, mis ojos comenzaron a volverse cristalinos, algo cayo
por ellos, un diamante frio y vacío.
-¿Qué deseas? –Profirió con un tono curioso.
-Nada. –Respondí sin alzar la mirada.
-¿Qué deseas?
-Nada, no necesito nada, solo que te largues.
–Inmediatamente, se escuchó una enorme carcajada que me obligo a levantar un
poco la vista, lo suficiente como para ver que se acercaba a mí, con esos pies,
que, Dios, ¡Dios!, eran, eran inhumanos, eran…
-¿Qué deseas?
-Nada ¡Vete!
-¿Qué deseas?
Y para este instante, me acobarde, no levante más
la mirada, pues ya se encontraba a tan solo unos pocos pasos de mí. Entonces se
detuvo y permaneció quieto, con esos pies inhumanos justos, en señal de espera.
-Vete, no deseo nada.
-Ambos lo sabemos, y si no te atreves, te
obligare a pedirlo. Lo haré una última vez, ¿Qué deseas?
Contuve la respiración y vomite las palabras como
si fuera una resaca.
-Terminar, terminar la mejor de mis obras, lo
quiero, lo deseo, por favor, quiero terminarla, salir del camino de la
confusión, obtener ese placer extraño, pero ya lárgate por favor…
A continuación, todo se volvió confuso, me obligo
a alzar el rostro, puso uno de sus dedos con garras negras, con la piel descarnada
tan pálida como el mármol en mi corazón y comenzó a remover algo que no
lograba comprender, pero que dolía como mil espadas atravesando mi estómago, lo
más curioso fue que no me doblegue y permanecí de pie, unos segundo después el
mismo dedo fue colocado en mi cabeza, a la altura de mi frente. No pude definir
el rostro porque sentía desmayarme, su rostro se fue perdiendo entre una densa
nube grisácea, con el olor de mil troncos quemándose en el fuego. Antes de caer
al suelo, entre murmullos lo escuche.
-Ahora tienes el don, úsalo de la mejor manera
posible, explótalo al límite, pronto te necesitare, quiero que estés preparado,
pero eso será, cuando hayas…
No pude comprender el balbuceo de sus palabras
pues me desvanecí por completo entre las sombras del denso humo y con un aroma
parecido al acre y al azufre... (Continua...)
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