Sheolojaly,
era conocido en todos los rincones de la séptima galaxia como el poderoso mago
de las estrellas. Su poder era tan inmenso que el rey Alwaid del Dragón, dueño
de las más grandes constelaciones, escucho de los poderes de este mago
enigmático, así que deseo tener los servicios de este ser galáctico para sí, y
usarlos contra enemigos, a su vez esto serviría para dejar en claro que el era
el todo poderoso Rey Dragón. ¡Vaya! le encantaba intimidar a sus enemigos,
influir miedo y temor entre ellos.
Sheolojaly
era conocido por su don mágico para desaparecer enemigos y ejércitos completos
con su habilidad de absorber cuerpos y adherirlos como una clase de fusión,
esto lo hacía demasiado poderoso, una técnica que había aprendido de una forma
extraña por un mago enigmático del cual nunca supo más que en sus sueños.
Sheolojaly, con el paso de los años se convirtió en el súbdito más servicial de
todos, fue por ello que se ganó el respeto y la confianza del Rey..
Bondadoso,
leal, valiente, servicial y de buen corazón, eran las cualidades que Alwaid,
había visto en él y las cuales eran imposibles de encontrar en alguien más, no
había nadie mejor a quien se le pudiera encomendar la misión que el rey estaba
tenía en mente.
-Poderoso
Sheolojaly, has sido mi mano derecha por tantos años, pero la duda me aqueja
–el Rey se incorporó de su trono, se levantó y camino dando grandes zancadas
por toda la sala-. Veras, tu siempre me has apoyado en cada decisión, me has
acompañado a cada momento, pero eh de confesar algo que nadie ha sabido, hasta
ahora. Yo guardo un gran secreto, hace ya muchos años atras, mientras rodeaba
el palacio, encontré en mi camino un canasto como el que se usa para guardan los
alimentos, me acerque hacia él, pero lo
que había dentro de esa canasta, me sorprendió, -el rey se detuvo un momento y observo
fijamente a Sheolojaly, después siguió andando como si solo hubiera confirmado
que se le estuvieran poniendo atención-, dentro del canasto había, una, bebe,
la verdad no supe que hacer, así que adopte a ese bebe como si fuera una hija mía.
Sheolojaly se
sorprendió por ser tan despistado y no haberse dado cuenta jamás de un secreto
tan grande, ¡vaya! Ni si quiera lo imagino. -Mi hija –continuo el rey-, se
llama Deneb, la eh mantenido en secreto durante demasiados años, aún es muy
joven para conocer del peligro y jamás alguien la ha visto en el reino, creo
que es hora de que ella salga a conocer el mundo real, y para esto quiero que
me des tu punto de vista ¿Podrás tu cuidar de ella, ser su guía y su protector
mientras ella admira lo que por tanto tiempo se ha privado? Quiero que admire la
inmensidad de mis dominios, las constelaciones, las galaxias.
-Señor, -Sheolojaly
se sentía impresionado ante semejante petición y tan descabellada confesión, no
sabía que el rey tuviera una hija, una estrella llamada Deneb- para mí sería un
gran honor. Cuidar alguien tan preciada para usted, pero –la pregunta se le
ahogo en la garganta y prefirió omitir toda pregunta hasta que estuviera seguro
de saber lo que hacía-. Cuente conmigo para ello, con mi vida lo haré, la
cuidare como usted lo ha hecho conmigo.
-Gracias
Sheolojaly –Comento el Rey y este se alejó con una expresión de profundo alivio...
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