jueves, 26 de octubre de 2017

Eterno. El Romance en las Sombras

¡Esperadme allá! ¡Yo iré a encontrarte en la profundidad de los cielos!

Ella permanecía dormida, era un ángel para el mundo, para el cielo y la esperanza.
Fue un acontecimiento terrible. Una doncella hermosa, bella y de carisma insuperable. Y él un apasionado humilde y entregado a su sueño, la música.

Tocaba el piano con gran entusiasmo y dedicación y en sus dedos se resbalaba la sabiduría de las notas más armoniosas. Ella lo escuchaba, y en sus oídos el arte permanecía como un rayo esperanzador. Como un feroz tigre a cada resonar de aquel piano decorado con piedras egipcias, producía una exquisita música, una amada y salvaje música, a la cual la joven doncella de belleza lunar escuchaba todas las noches a la misma hora, en su cama, recostada, con el pecho mirando al cielo y sus piernas, sedosas como las telas babilónicas, ¡Vaya! El adoraba como sus piernas largas jugaban en el aire como joyas en nuevas tierras.

Fue una tormenta cuando la música se apagó y en lugar de ella fue cambiando de forma. Sonidos de ángeles caídos comenzaron a emanar de los dedos de aquel enamorado natural, tocar, tocar, tocar, era la alegría de muchos. Pero era el destino maldito de este músico abandonado el que la música no llegara a su corazón como eran en los días más brillantes. El corazón se encontraba ya en las manos de su amada, en sus paredes de madera, latiendo con la agilidad de los pies de una bailarina.

Pero él era humilde y no podía hacer nada. Lloraba en su soledad mientras recordaba los ayeres y las tardes fantasmagóricas en los que las luces de su bien y poca adornada casa, les regalaban a sus sentidos. Lo tenía todo en mente y era maravilloso. Esperaban ansiosamente a que llegara la noche para bailar con las estrellas.  Y el sin fin de notas comenzaba su andar como una locomotora que no paraba hasta las altas horas de la madrugada. Con un Tic  cerraba el hermoso concierto con su único público, el corazón y los sentidos de su amada, ellos sonreían, hacían el amor cada noche. ¡Enteramente maravilloso!

Y era este un hombre entregado, y era ella una doncella extraordinaria. ¿Cómo puede ser que la vida les haya pagado con ese destino? Aislado de la gente y de la vida. Sentado en un rincón, mirando sus manos por horas, misma víctima de su pasión. ¡Oh! Dios, no sabes lo que me has hecho ¿Por qué? ¿Porque me la has arrebatado cuando más felices éramos? Eres un atentado contra estos sentimientos. Yo tan devoto y fiel que fui para ti, vengo a sentir en mis ojos la lejanía de los paso de mi amada, de el único amor que en mi vida comprendió el significado de mis sueños.

Pero no hubo respuesta. Y es que en verdad se amaban, todos lo veían y eran la perfección. Un poeta muere cuando su musa desaparece, un músico pierde el deseo de producir vida cuando la inspiración abandona su corazón.

Ya habían pasado los meses y al corazón de este hombre, se habían alejado ya los sensatos suspiros y como las hojas de los árboles en otoño sus lágrimas caían de su rostro. Decidido a buscar a su amor hasta la eternidad. Fue en busca de su gemela, hasta la misma muerte retaría con tal de volverla a ver por un solo segundo.

Y así, emprendió su búsqueda. Llego a su lado, en donde se encontraba, aquel lugar solitario, lo logro, arrastro su música hacia ella y en la oscuridad de la noche grito:

-Mi amor, mi hermosa, doncella, tu perfume de flores fragantes llega a mi como las olas en la tormenta. Eh venido a buscarte, no me iré jamás de tu lado. Si eh de morir ahora y el misericordioso cielo, reclama mi vida, yo se la entrego. Si la locura me ha de dominar, que lo haga, es la forma más elevada que podre tener desde tu partida. Mírame, aquí estoy. Por siempre para ti. Por siempre en la eternidad. Por siempre tuyo.

Y cuando hubieron pasado muchos minutos de silencio, el viento se levantó con toda audacia y rodeo el cuerpo de este miserable enamorado ahogado por la pena. Lo rodeo y en él, la frescura de los besos de su amada penetraron hasta lo más profundo de su corazón. Y el lloro, lloro como un niño, bendecido por la dicha de sentir a su doncella, la más bella. Soñaba despierto y visualizo los  pies de ella tan claros como el claro de la laguna del “Edios”, jugando en el aire como solía hacerlo cuando el, la deleitaba y la excitaba con sus armonías.

Entretanto él sonreía y miraba al cielo, perdido en la magia del viento. Era de excesiva belleza. Y su vida cambio, visualizo a su amada, era hermosa, llevaba el mismo vestido de aquel día que partió, el color más llamativo a sus pupilas, rojo rubí era la luz. Ella le toco la mejilla y la vigila nocturna fue testigo del beso entre dos eternos enamorados. Las almas en el paraíso, por siempre, en la eternidad.
Y este era el hombre apasionado, y ella la doncella enamorada. Eran la vida misma.


Fue al amanecer que el cuerpo del pianista fue encontrado, sentado muerto en la lápida de su amada. Permanecía sentado, con su traje de gala, con guantes blancos y lo más extraño ante los presentes, con una sonrisa en su rostro y los ojos cerrados… 


4 comentarios:

  1. Está chido pero ten cuidado con los verbos en pasado le faltan acentos y una que otra coma pero todo súper ;)

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  2. Muchas gracias por los consejos y tus palabras, ten por seguro que los tendré muy en cuenta.

    Saludos!!! :)

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  3. Gracias por la lectura, hizo mi día.

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  4. Gracias a ti por leerme.
    Excelente día :)

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