Me acerque
lentamente, mientras, sin saberlo, le dedicaba las últimas palabras a corazón
abierto.
Me acerque
lentamente para aspirar un poco de su esencia, un poco del perfume de su piel,
me resulto, cautivador, al alejarme un poco de ella, pude notar que su piel se
erizaba, era apenas visible para mis ojos, dedique unos segundos más para
apreciar aquel constante semblante de su tan radiante persona, tan mágica como
un sueño que ahora se volvía alcanzable, un amor que parecía ya no tan lejano, lucía
tan claro como el cielo que nos protegía. Entre los cardúmenes oscuros, le
susurre al oído…
-No me olvides…
Ella se alejó un
poco, respire el aire impregnado de su aroma.
Me acerqué
lentamente a ella, por una última vez, y en esta ocasión, temblaba, su mirada
se vio opacada por cristales lúcidos, como finas joyas antiguas. Sus labios, se
fueron curvando un poco, si hubiera tan solo podido leer sus pensamientos, una
flamante melodía podría haber concebido en ella.
Le di el último beso
de aquella noche, tal vez la última noche de aquella vida, y juro por la luna
eterna que aquel beso fue bendecido por la misma divinidad de los sueños que
prometimos cumplir. Vestía de forma sencilla, pero en aquella noche pude sentir
que lucí un flamante vestido de gala.
Sentía que el aire se
acababa en mis pulmones, percibía como mis sentidos se alejaban de mi espíritu,
los sueños, los deseos me abandonaban lentamente, como asesinándome lentamente
sin compasión, sus manos, fueron resbalando lentamente de las mías, ahora ya
vacías, ahora ya sin ella. El silencio imperó sobre nosotros, y una vez más la
oscuridad de la impetuosa vehemencia nocturna, nos obligó a cantar las últimas palabras de
aquel fatídico día.
-¿Estas segura? –Le
espeté.
-Lo estoy –Me lo
murmuró, casi en un suspiro, casi en delirio.
No hubo más palabras
aquella noche. Simplemente dio la vuelta y se alejó lentamente. Mis piernas
inútilmente trataron de moverse, pero ya estaba escrito, moría por dentro…, de
pronto, ella se detuvo <<regresará,
lo sé, no puede marcharse así, nuestra vida continuara y juntos crearemos lo
que siempre entre bromas deseamos>>, por un breve y conciso momento,
mi alma cobró bríos, la locura allanó mi ser, y mi espíritu, volvió a la tierra
del Parnaso, donde aquellos sueños, atravesaron el tiempo en el que lucían con
el mayor esplendor del profundo amor , por un momento, por un solo instante,
mis manos dejaron aquel estado petrificado y se pudieron mover, solo un poco,
lo suficiente como para poder tomar de nuevo su mano..., que equivocado estaba.
Tras unos breves
segundos, que parecieron, eternas horas, ella reanudó su marcha, lenta y
sigilosamente, perdiéndose de nuevo un poco entre la penumbra, entre las
sombras de la calle, de los árboles, de esos anhelos inimaginables, entre los
deseos que juntos formamos apaciblemente sobre la cama, sobre las arenas de los
campos del paraíso, en ese momento, mi fe y mi esperanza quedo atrás. Derrame lágrimas
y mis manos cayeron, blandiéndose en duelo sobre mis abnegados y profundos
deseos por detenla. Pero, ya estaba escrito, estaba hecho, se marchó, y,
estúpidamente me quede, viendo como se alejaba y se perdía entre la divinidad
de la noche.
Era necesario, tal
vez lo era, tal vez no.
En los ojos de mi
amada, lo pude ver, vi, ira, felicidad, enojo, emoción, un sin fin y un mar de
enteras y completas emociones, recuerdos pasaron por nuestras pupilas, como una
especie de película a blanco y negro, sin sonido, sin alteraciones. Solo contemple,
aquellos ojos. ¡Aquella bella mirada! ¡Aquellas grandes y brillantes, divinas
pupilas!, aquellos labios que llegaron a ser para mí como los destellos más
hermosos de un sol apasionado, y, que al tocarlos, me elevaban más allá de un
imaginario e infinito sentido colosal de excitación y pasión.
Alce el rostro, miraba
a las estrellas y cuando se alejó, note como con ella, junto con las luces en
el cielo se iban apagando una a una. Sus palabras guiaran vuestros pasos a la
felicidad y en sueños nuestros deseos encontraran la paz que necesitan
Se fue sin saber lo
que aun sentía, sin saber porque lo hacía, y, aunque traté de explicárselo, no
pude detenerla. Ella ya se encontrabas lejos...
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